Admites que tienes un problema cuando tu cabeza ya no consigue estar en ningún sitio en concreto, tu mente divaga constantemente por un sin fin de pensamientos con o sin sentido. Cuando tu concentración ha disminuido tanto que no te deja ni mantener una conversación.
Admites que tienes un problema cuando ya no quieres hablar con nadie. Nada ni nadie te llena. Cualquier tipo de conversación te parece absurda. Todo te enfada, hasta una mirada.
Admites que tienes un problema cuando tus nervios han conseguido hacerte enfermar.
Yo no. Yo no voy a admitir que tengo un "problema".