Me gustas más rota que cuando te arreglas.

Me gustas más rota que cuando te arreglas.

jueves, 9 de abril de 2020

  Hace mucho que no te escribo. Hace mucho que no te hablo para contarte cómo me va. No he sido capaz. Me están haciendo ver el vacío que tengo desde que tú no estás y no estoy siendo capaz de asumirlo ni sé gestionarlo. Pero hoy me apetece escribirte.
  No estoy bien, y no sé cómo estarlo. Sé que tú me dirías que todo irá mejor, sé que sabrías qué consejos darme y en qué momento darme un abrazo y un beso en la cabeza mientras susurras "ay mi niña". Ahora no tengo a nadie que sepa hacer eso. La gente lo intenta pero entre que no saben cómo hacerlo, que no me conocen porque no me dejo y que no me dejo consolar... Pues se me está haciendo bola todo.
 Estoy con otro chico. No te gustarían para nada sus pintas, pero cuando le conocieses te gustaría un montón. Es muy educado y muy respetuoso. A papá le habla de usted. ¿Te lo puedes creer?
Tiene un corazón que no le cabe en el pecho pero está lleno de traumas. Nos parecemos mucho en casi todo. Siempre está pendiente de mí y de cómo estoy y siempre intenta hacer lo que sea para que yo esté bien, y eso se lo agradezco muchísimo. Aunque a veces el pobre no lo consigue. Porque no quiero que lo sepa todo. Supongo que Adrián me dejó llena de traumitas que me está costando superar. Y qué mal eso. Él no se merece pagar los traumas que me ha dejado otra persona. Aún así él lo sigue intentando todo conmigo. Sorprendentemente me sabe llevar muy bien casi siempre, cosa que no ha sabido hacer nadie que no fueses tú. Puedo ser yo completamente con él porque no me juzga, no me siento intimidada por él ni incómoda con nada. Eso está bien. Me está enseñando a vivir las cosas más relajada, sin pensar tanto en el futuro y disfrutando sólo del momento que estoy viviendo, sin agobiarme, poquito a poco todo. Ojalá pudieses decirme qué te parece.

 En casa las cosas no mejoran. Supongo que el otro día viste que se me fue de las manos. A lo mejor es lo que necesito, poder estar por un momento en algún sitio en el que pueda perder el control, porque como dice Adela, soy una bomba de relojería. Sólo necesito que me dejen en paz un rato, que dejen de ser egoístas. Pero no lo consigo, y lo he intentado por activa y por pasiva. Papá a veces lo intenta pero él tampoco sabe gestionar lo que siente. Y tampoco me parece justo aguantar nada de alguien que no sabe gestionarlo, porque se puede aprender, porque tú me enseñaste que hablando se entiende la gente.

  Con la gente ya no sé cómo actuar.

Se me está yendo la cabeza. Estoy a cero con todo. No me da la vida, se me ha hecho bola. No duermo bien y tengo muchísimas pesadillas. Mi cabeza se imagina escenarios nuevos en los que mueres. Me cago en la hostia, como si aún pensase que existe la posibilidad de que vuelvas. Después de 5 años todavía tengo el pensamiento de que algún día abrirás la puerta de casa. Como si nada hubiese pasado. Como si te hubieses ido a la compra y volvieses tan contenta trayéndome chocolate. No sé cómo asumir que no vas a volver nunca. No sé cómo manejar mi vida sin que estés. No quiero seguir ocupando tu lugar. Nunca seré tú. Y no digo que esté mal, al contrario. Pero dejar de ocupar tu lugar significa asumir que no hay nadie en él. Y en el fondo no quiero. Sueño que me abrazas, que me regañas, que discutimos. ¿Tendrá algún significado? Sólo me duermo tranquila recordando cuando me acurrucaba en tu cama en ti y nos dormíamos la siesta. Intentando recordar cómo me abrazabas y me dabas la mano. Tan suave siempre. Ya no sé nada. Sólo que te echo de menos. ¿Por qué no me avisaste de que la vida era una mierda? ¿Por qué no me dijiste que crecer significaba estar jodida siempre? ¿Era por eso que bebías? ¿Tuve yo culpa de algo malo en tu vida? Sé que sí. Sé que no me porté bien siempre contigo. Y por mucho que intenté remendarlo no fue suficiente. Me taladran los pensamientos. Todo va muy rápido en mi cabeza. Todo malo. Siempre. No quiero más. No puedo más.

Te quiero y te querré siempre, mamá.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Se acabó. Supongo que estas cosas pasan. Menuda mierda.
Me da rabia, porque no me parece justo. Luché muchísimo, y di el máximo de mí para salvar lo nuestro, aún sabiendo que ya había terminado hacía tiempo. Me da rabia porque tú no luchaste.
Una vez alguien me dijo que la culpa y la incertidumbre son las dos peores sensaciones que uno puede tener. Y qué razón. Tengo la incertidumbre de no saber realmente qué te pasó para que hicieses eso. Nunca fuiste del todo sincero conmigo y no me creo del todo lo que me dijiste.  Además que ya has creado una versión nueva. No sé por qué sigues con nuestra foto. No sé por qué te comportas como te comportas. Nunca entendiste que no se puede tener todo y conmigo lo intentaste, no somos pareja pero sí somos amigos, así tengo lo que quiero de ti pero no te tengo que dar nada a cambio.
A veces pienso que nunca me has querido todo lo que decías, que nunca dijiste en serio ni una sola palabra, ni una sola promesa. Y me duele en el alma. Porque odio a la gente mentirosa, y a ti no puedo odiarte. Todo me recuerda a ti. Aunque intento no pensar en ti, el más mínimo detalle me trae un recuerdo contigo. Y me jode. Porque no me merezco sufrir más. Porque no dejas de hacerme daño. No sé cómo comportarme. Estoy en uno de los momentos más difíciles de mi vida y tú a parte de nunca hacer que fuese más fácil me lo has complicado más.
¿Qué hago contigo? ¿Qué se hace con un recuerdo que se quiere olvidar? No puedo olvidarte. Me da pena, habíamos construido mucho "juntos". Había conseguido tener una confianza en ti que nunca había tenido con nadie. ¿Para qué? Para que lo mandes todo a la mierda. Porque nunca te han gustado los problemas, porque nunca te ha gustado enfrentarte a situaciones que no fuesen fáciles para ti. A veces me parecías una mierda de persona. Y a veces la mejor persona del mundo. ¿Con cuál me quedo? Intento no pensar en ti. No puedo evitarlo. Quiero sacarte de mi vida lo antes posible y sacar todo este dolor que llevo dentro. A veces mi cabeza piensa en todo lo malo que me hiciste, pero segundos después piensa en lo bueno que hiciste. Y menuda mierda todo, porque así no puedo sacarte de mi vida. No sé cómo pasar página. No sé cómo tirar el libro para empezar uno nuevo. Te descubrí casi todo de mi vida y de mí. Y te dio igual. Nunca me diste la importancia que me merezco. Menudo cabrón.
Te escribo por aquí porque a parte de que sé que nunca lo leerás, porque no quiero volver a hablar contigo nunca más.  Aunque sepa que es algo que inevitablemente pasará.
Siempre he creído en el destino, y considero que si ha pasado esto es por algo, es porque me espera algo mejor.. Sigue siendo una mierda. Todo es una mierda. Lo que me has hecho es una mierda. Aunque en el fondo te lo agradezco, porque aunque me has privado de muchas cosas buenas que me dabas, me estás ahorrando un sufrimiento constante en el que vivía contigo. Porque por mucho que digas o dijeses, no creo que nunca me hayas querido como yo me merecía ni como tú decías. Puto mentiroso.
Aunque me joda, te quise te quiero y te querré siempre, cabrón.

domingo, 7 de abril de 2019

Me duele el alma. Vivir me duele. Respirar me cuesta y me duele. Pensar me duele. Estoy hundida. No sé qué más hacer para solucionar mi vida, porque cada vez que hago algo todo va a peor, sea lo que sea. Ha llegado un puto en el que todo lo malo supera lo poco bueno que hay en mi vida. Es como si estuviese granizando con mucha fuerza dentro de mí, pero no granizo del que se pueda disfrutar, sino del que rompe coches, persianas y ventanas. Del que provoca caos allá donde caiga. Todo es caos, dentro y fuera de mí. Ya no me quedan soluciones. Tampoco fuerzas para convivir con mis problemas. Ya no tengo fuerzas para nada, sólo tengo ganas de llorar y un nudo constante en la garganta. Dolores físicos, pesadillas. No sé qué hacer. No puedo acudir a nadie más. Las pocas soluciones que me quedan son totalmente drásticas y sé que después me arrepentiría de haberlas llevado a cabo. Ya no sé nada. No me da la vida ya. Dicen que Dios aprieta pero no ahoga y si creyese en él le diría que es un cabrón, que me tiene atada a piedras debajo del mar. Lo que antes me daba felicidad aunque fuese poca ya no. Lo que antes eran salidas aunque temporales ya no. Ya nada. Ya no más. Ya nada más. Y yo ya no sé. Y no puedo. Y lo intento, pero no. Estoy totalmente perdida viviendo una vida que no es mía, que no quiero, que no me pertenece. Pero estoy atada con cadenas a ella. Y no puedo romperlas. Y me vuelve a faltar el aire, y me vuelven a sobrar los relajantes. Y ya basta, grito. Pero nadie me oye. Ya no puedo más, repito. Pero sigue todo en silencio.

martes, 6 de noviembre de 2018

Día 1460.

Qué duro todo, ¿no?
   Hace unos meses alguien me dijo que yo no había superado tu pérdida aún y no he dejado de darle vueltas a eso. Siempre he estado muy convencida de que sí, pero lo más seguro es que sea que no.
   El otro día tuve una pesadilla y en esa pesadilla pedí ayuda. Te pedí ayuda a ti. Pero tú no venías a salvarme. No venías porque ya no estás. A veces no soy consciente de eso. Aún cuando voy por la calle y veo algo que te gustaría me quedo al borde de comprarlo para regalártelo, pero no puedo. Ya no.
   Aún lloro. Aún me cuesta. Intento normalizar todo pero no puedo. Por mucho que sepa que ya no, una parte de mí sigue pensando que aún sí.
   Me vienen muchos recuerdos a la cabeza que me animan y me hunden a partes iguales, y ya no sé qué hacer. No termino de asimilar que ya nunca.
   Sigo cono ese chico. El otro día le dije a papá que seguro que le querrías mucho si estuvieses y le conocieses, y según terminé la frase sentí una puñalada en el corazón.
   No sé qué más hacer. Necesito ayuda con todo pero tu ayuda no la tengo. No puedo tener tus consejos ya y no sabes cuánto los necesito.
   La gente me sigue mirando con pena y yo sigo intentando hacer como si nada. Pero ya no sé qué más hacer.
   Intento asumir las cosas y buscarme la vida, pero nunca vas a dejar de hacerme falta.

Te eché de menos, te echo de menos y te seguiré echando de menos hasta que me muera.

                                            Te quiero mamá.

martes, 7 de noviembre de 2017

En la memoria nadie muere, pero no sabes cómo duele..

Tú siempre me decías que necesitaba llorar, que de alguna manera menos problemática tenía que desahogarme y que con quién mejor que con mi madre. Ahora ya no puedo llorar contigo (no como antes, al menos). Ahora lloro por ti. Lloro porque hace 3 años que te fuiste. Lloro porque ya no estás a mi lado. Daría todo lo que tengo porque estuvieses a mi lado. Cada día se me hace más cuesta arriba y yo ya no sé qué hacer. Me gustaría poder tenerte presente para poder contarte todo lo que me pasa por la cabeza, lo que me pasa día a día y lo que pienso. Te contaría que he conocido a un chico maravilloso y me moriría por presentártelo, porque estoy segura de que te iba a gustar. Te contaría las cosas que me pasan en clase. Te contaría las cosas nuevas que pasan a mi alrededor y todo lo que se preocupan por mí mis amigos (dentro de lo que yo les dejo, ya sabes..). Te contaría cada vez que discuto con mi hermano, las veces que me regaña Silvia, lo que hace Leticia por mí o las idas de cabeza de papá. Te contaría que no quiero seguir estudiando Farmacia, que lo odio (aunque quizás si siguieses viva me seguiría gustando). Te contaría los sueños que tengo y las ganas de hacerlos realidad. Podría contarte también mis pesadillas, después de abrir los ojos y ver que tú estás a mi lado para calmarme. Tengo tanto que contarte..

La gente dice que las pérdidas se superan y que te acostumbras a vivir con ellas, pero yo aún no tengo claro cómo se hace eso. A mí cada día me cuesta más asumir que  no estás y que no vas a volver. Cada día se me hace más pesado el llegar a casa y no verte, el conocer a alguien y no poder presentártelo, el acostarme sin tus abrazos y levantarme sin tus besos. Cada día entiendo menos las cosas. Probablemente cada día que pasa lo llevo todo un poco peor. Te juro que no sé cómo supera la gente estas cosas. Lo paso realmente mal cada vez que veo a alguien con su madre o que me hablan de ella y cuando me miran con pena al descubrir que yo no te tengo. 

Ya casi no me acuerdo de tu voz ni de tu olor y eso me duele en el alma. Todos los días pienso en ti y todos los días lloro tu ausencia. 

Te eché de menos, te echo de menos y te echaré de menos el resto de mis días. Te quiero mamá.

lunes, 9 de octubre de 2017

Por favor, no te conviertas en un recuerdo.

 Pensaba que estaba bien en ese sentido, que nunca necesitaría a un hombre a mi lado. Que no volvería a sufrir nunca porque nunca me enganchaba de nadie. También pensaba que nadie podría quererme jamás.
Pero de repente apareciste tú. Reconozco que al principio me negué rotundamente, pero vi tu sonrisa y algo dentro de mí cambió. Sólo necesité eso para querer conocerte. Tras tu sonrisa apareció tu mirada y no necesité nada más.
Sentí la necesidad imperiosa de tenerte cerca, de saber más de ti. Y me lancé a ello. Suerte la mía que accediste.
Haciendo caso omiso a mi no rotundo te hablé. Y volvimos a quedar. Y sólo te bastaba una mirada o un simple roce para ponerme nerviosa, y eso me asustó bastante, pero de nuevo hice caso omiso a eso y seguí a tu lado. Ese mismo día me besaste, y en ese mismo momento me di cuenta de que ya no quería que me besase nadie más.
No sé qué me está pasando, pero no puedo dejar de pensar en ti. No puedo dejar de pensar en tu sonrisa, en tus expresiones, en la forma que tienes de hablar. No puedo dejar de pensar en tus caricias y en lo que me dices y ojalá todo sea sincero. Tú no lo sabes, pero tus abrazos me reconstruyen por dentro, y eso no lo había hecho nadie antes. Yo pensaba que había sentido casi de todo con los chicos con los que he estado, pero estando contigo me he dado cuenta de que no es así, nadie me ha hecho sentir todo lo que tú me estás haciendo sentir. Cada vez que te tengo cerca algo dentro de mí se revuelve, y no siento nervios a tu lado.
Hace unos días alguien me dijo que no te hiciese daño.. No he podido dejar de pensar en eso. Lloré mucho sabiendo que podía hacerlo.. No quiero hacerlo. Quiero estar contigo todo el tiempo que podamos, quiero que me cuentes absolutamente todo sobre ti, compartir contigo tus alegrías y apoyarte y animarte cuando estés mal. Quiero que puedas confiar en mí para cualquier cosa. Quiero demostrarte que nada de lo que te digo es mentira. Quiero demostrarte todo lo que siento. Aunque sinceramente no tengo ni idea de cómo hacerlo. Quiero que podamos perder el miedo juntos, que dentro de un tiempo nos riamos de la frase "lo que pronto empieza pronto acaba". Quiero confiar en ti ciegamente. Quiero que me des el poder para destruirte porque sabes que no lo haré, y quiero darte yo el poder para destruirme a mí también. Quiero que sepas todo lo que vivo y lo que he vivido.. Y que todo lo que me queda por vivir sea a tu lado. Quiero descubrir cosas contigo, aprender a tu lado y que tú aprendas al mío. No quiero que tus caricias se terminen nuca, que siempre me abraces y me beses, que siempre tengas ganas de verme, y que me lo digas. Quiero que pienses en mí como pienso yo en ti. No quiero que te canses de mí. No quiero que cuando conozcas mis defectos te alejes. No quiero levantarme y no tener un mensaje tuyo. Quiero sacarte sonrisas todos los días. Quiero hacerte feliz.
Soy totalmente consciente de que estar conmigo no es tarea fácil, y no puedo prometerte que todo a mi lado sea color de rosas, pero sí puedo prometerte que aunque las cosas no vayan del todo bien voy a seguir intentándolo, porque no quiero que te vayas de mi lado.

domingo, 1 de octubre de 2017

  Hay quien dice que con el tiempo te acostumbras a la pérdida. No es cierto.

Cada día que pasa se me hace más cuesta arriba el estar sin ti. Me mata el no poder contarte mis cosas, pero sobretodo me mata el no poder verte. No consigo acostumbrarme a vivir sin que tú estés. Aunque creo que tampoco quiero hacerlo... no quiero olvidarte. Creo que no era tu momento, pero quizás era necesario para ti.. Me alegra pensar que tu sufrimiento ya terminó, pero el mío no hizo nada más que empezar. No comprendo cómo las personas pueden vivir bien con esto, te juro que soy incapaz. Estoy cansada de tanto llorar, pero no puedo hacer otra cosa, no puedo evitarlo. Me gusta pensar que estás conmigo y me guías desde donde sea que estés, pero pagaría porque me guiases desde aquí. Por un último beso, un último abrazo.. Y no puedo consolarme de ninguna manera. Te echo de menos.